La THS reduce la grasa abdominal en la postmenopausia
Las mujeres que toman terapia hormonal tras la menopausia tienen menores niveles de grasa corporal, muy especialmente abdominal, y un menor IMC
La interrupción definitiva de la menstruación en la mediana edad, o lo que es lo mismo, la menopausia, constituye una etapa en la vida de la mujer caracterizada por una menor producción de hormonas femeninas, sobre todo de estrógenos. Y dado que este menor nivel de estrógenos se asocia con la aparición de síntomas muy molestos, como los sofocos o las migrañas, muchas mujeres optan por recibir un tratamiento para ‘subsanarlo’. Se trata de la ‘terapia hormonal sustitutiva’ (THS), cuyo empleo, hoy en día más o menos ‘estabilizado’, se redujo significativamente a lo largo de la pasada década. Y es que algunos estudios han alertado de que la THS se asocia a un mayor riesgo de enfermedades tan graves y letales como el ictus y algunos tipos de cáncer. Sin embargo, otros trabajos han sugerido que esta terapia tiene un efecto protector frente a, entre otras patologías, las cardiovasculares, la demencia y la osteoporosis. Y ahora, un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro Hospitalario Universitario de Vaud en Lausana (Suiza) parece mostrar que la THS también se asocia a una menor grasa corporal, sobre todo a nivel abdominal.
Como explica Georgios E. Papadakis, director de esta investigación publicada en la revista «The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism», «en nuestro trabajo hemos evaluado una gran muestra de mujeres para comprender mejor el efecto de la terapia hormonal en la menopausia sobre la composición corporal. Y lo que hemos visto que las mujeres que recibían este tipo de terapia eran menos proclives a acumular grasa abdominal. Sin embargo, este efecto protector desaparecía rápidamente cuando las pacientes interrumpían el tratamiento».
Vientres más planos
Es bien sabido que el exceso de grasa corporal, incluso aunque no se padezca obesidad, es muy perjudicial para la salud. Más aún cuando esta adiposidad se concentra en el abdomen. No en vano, y más allá de sus efectos meramente estéticos, esta grasa abdominal, que rodea a los órganos situados en el abdomen, caso del hígado y el páncreas, afecta a la funcionalidad de diversas hormonas, entre otras la insulina, lo que aumenta el riesgo de aparición de enfermedades cardiovasculares y metabólicas –muy especialmente la diabetes tipo 2.
Para llevar a cabo el estudio, los autores contaron con la participación de 1.860 mujeres postmenopáusicas con edades entre los 50 y los 80 años que, tratadas o no con THS e incluidas en el ensayo clínico prospectivo CoLaus para identificar los factores que influyen en el pronóstico de la enfermedad cardiovascular, se sometieron a una densitometría ósea para evaluar su composición corporal.
Los resultados mostraron que las mujeres que tomaban THS tenían unos niveles significativamente inferiores de grasa abdominal que aquellas nunca habían recibido este tratamiento. Es más; la THS también se asoció con un menor nivel de grasa corporal total y con un menor índice de masa corporal (IMC) –si bien en ambos casos las diferencias con las participantes sin tratamiento hormonal no fueron suficientes como para resultar estadísticamente relevantes.
Y este efecto protector de la THS sobre la grasa abdominal y total, ¿es para siempre? Pues no. La interrupción del tratamiento conlleva una rápida acumulación de grasa abdominal. Un efecto ‘rebote’ que, además, es independiente de la duración de la THS y del tiempo transcurrido desde que se dejó la terapia.
Hay que hacer ejercicio
Infinidad de estudios han constatado que las mujeres que han superado la menopausia presentan una mayor susceptibilidad a ganar peso. Un efecto negativo asociado al descenso de la producción de estrógenos que puede llegar a resultar muy peligroso, e incluso letal, por lo que es necesario tomar medidas para contrarrestarlo. Y de acuerdo con los resultados del nuevo estudio, la THS podría resultar muy útil –aunque su beneficio sobre la grasa abdominal no sea eterno.
Como concluye Georgios Papadakis, «la grasa abdominal supone un riesgo para la salud ósea y cardiovascular. Cuando las mujeres dejan la THS, deben ser conscientes de este riesgo y deben incrementar su actividad física para combatir la posible ganancia de peso».