Justin, así no chaval
Vamos por muy mal camino, por errados derroteros como raza terrenal si anteponemos, como si no pasara nada, la humillación personal, violando y pisoteando tu dignidad como ser humano, a la ciega y babosa idolatría por un cantante que te propina un puñetazo directo al rostro.
Albert Díez
El seguidor, que levitaba en una nube por la proximidad con su «objeto de deseo», logró acariciar el rostro de la estrella en el interior de su lujoso vehículo y la agresion furibunda e irracional fue su manera de agradecerle que él sea uno de los causantes de que su cuenta bancaria tenga más de 7 ceros.
El chico estupefacto por ese inesperado desenlace mientras su labio sangraba entre la incredulidad y el «honor» que eso suponía para su currículum vitae. Su paciencia en la espera para recibirlo obtuvo esa marcada «recompensa pugilistica».
Multimillonario pero además maleducado, violento y agresivo. Endiosado hasta el hedor. Eso se sitúa en las antípodas de lo que se supone debe ser el respeto sacrosanto del intérprete al que te sigue cómplice e incondicionalmente en tu carrera profesional y paga la entrada de tus recitales. Eso es lo mucho que agradecen esos «productos de marketing global» sus estómagos llenos y sus vidas suntuosas, repletas de lujos, convenientemente reflejadas en los MAGAZINES rosas, a los sufridos e idiotizados fans.
Lo vimos ayer noche en las faldas de la montaña mágica de Montjuic, junto a ese santuario barcelones como es el imponente Palau Sant Jordi,a la llegada de la comitiva de Justin Bieber al recinto del concierto (por cierto,hablan las crónicas de «poca maestría vocal» durante el show del canadiense.
Yo iria más allá y hablaría sin rodeos de fraude musical redondo). En fin nenazas, sigan encumbrando a los pedestales de la vergüenza a quien lo merece. Yo que soy un amante y estudioso de la MÚSICA en todos sus géneros desde hace 32 años, solo puedo expresar las palabras vomitivo y nauseabundo para designar ese lamentable incidente que esperemos no se repita jamás.
DIGNITY.