La obesidad durante el embarazo puede conducir directamente al crecimiento fetal excesivo, según sugiere un estudio de los NIH
La obesidad durante el embarazo—aparte de sus consecuencias para la salud como la diabetes—puede representar el riesgo más alto de dar a luz un bebé atípicamente grande, según investigadores de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés). El estudio de estos investigadores se da a conocer en JAMA Pediatrics.
«Nuestros resultados subrayan la importancia de alcanzar un peso corporal saludable antes del embarazo», dijo Cuilin Zhang, M.D., Ph.D., autora principal del estudio e investigadora de la División de Investigación Intramuros de la Salud de la Población del Instituto Nacional de la Salud Infantil y el Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver de los NIH. «También sugieren que los médicos deben vigilar cuidadosamente los embarazos de todas las mujeres obesas, independientemente de si padecen o no afecciones médicas relacionadas con la obesidad».
La macrosomía—gran tamaño corporal al nacer—es común entre los niños nacidos de mujeres obesas, especialmente aquellas que padecen de diabetes gestacional (alto contenido de azúcar en la sangre durante el embarazo). La macrosomía aumenta el riesgo de que un bebé sufra una fractura ósea durante el nacimiento. También aumenta la probabilidad de que el bebé necesite nacer por cesárea. Tener un bebé grande también incrementa el riesgo de hemorragia postparto, o sangramiento excesivo al dar a luz, para una madre.
En el estudio actual, los investigadores analizaron ecografías tomadas durante el embarazo de más de 2,800 mujeres embarazadas: 443 mujeres obesas sin afecciones médicas acompañantes, como diabetes, y más de 2300 mujeres no obesas. Los investigadores categorizaron el peso de las mujeres según la puntuación de su índice de masa corporal (IMC). Las mujeres con un IMC entre 30 y 44.9 fueron clasificadas como obesas, mientras que aquellas con un IMC de 29.9 fueron consideradas como no obesas.
A partir de la semana 21 del embarazo, las ecografías revelaron que para los fetos de mujeres obesas, el fémur (hueso del muslo) y el húmero (hueso de la parte superior del brazo) eran más largos que los de los fetos de mujeres no obesas. Las diferencias entre los fetos de mujeres obesas y no obesas continuaron hasta la semana 38 del embarazo. Para los fetos en el grupo obeso, la longitud promedio del fémur fue 0.8 milímetro más larga (aproximadamente 0.03 pulgada), en comparación con el grupo no obeso, y la longitud del húmero fue aproximadamente 1.1 milímetros más larga (aproximadamente 0.04 pulgada), en comparación con el grupo no obeso. El peso promedio al nacer fue aproximadamente 100 gramos (aproximadamente 0.2 libras) más pesado en el grupo obeso. Además, los bebés nacidos de mujeres obesas tuvieron más probabilidad de ser clasificados como grandes para la edad gestacional (peso al nacer superior al percentil 90), en comparación con los bebés nacidos de mujeres no obesas.
El estudio no pudo determinar exactamente por qué los fetos de mujeres obesas eran más grandes y pesados que los fetos en el grupo no obeso. Los investigadores teorizan que debido a que las mujeres obesas tienen más probabilidad de presentar resistencia a la insulina (dificultad para usar la insulina para hacer descender el nivel de azúcar en la sangre), los niveles más altos de azúcar en la sangre pudieran haber impulsado crecimiento excesivo en sus fetos.
Los autores señalaron que estudios previos han indicado que el riesgo más alto de desarrollo excesivo observado en recién nacidos de mujeres obesas puede predisponer a estos infantes a obesidad y enfermedad cardiovascular posteriormente en la vida. Pidieron la realización de estudios adicionales que den seguimiento a los niños nacidos de mujeres obesas para determinar cuáles problemas de salud pueden enfrentar.