El Camp Nou corea a Cristiano Ronaldo
La grada del estadi, con una mayoría de turistas, celebra la victoria del Madrid
Los clásicos no son lo que era. Ni siquiera con un título en juego. Al menos en la pretemporada. Nunca había vibrado el Camp Nou con un tanto de Cristiano Ronaldo o uno de Marco Asensio (vaya golazo el suyo, el del 1-3, con un jugador menos). O con el fútbol del Madrid como ocurrió en la ida de la Supercopa. Es algo contra natura. Pero la grada del estadi pareció tan neutral como Suiza por muchas ganas que hubiera entre la afición azulgrana de que el nuevo proyecto de Ernesto Valverde, el del primer año posNeymar, empezara con buen pie.
Durante muchos minutos dio la impresión de que el encuentro era solo una prolongación del amistoso que enfrentó a los dos equipos en Miami, en la International Champions Cup, hace tan solo 12 días, cuando la pretemporada se desperezaba. Entonces, en un pulso sin rango, el resultado resultó muy diferente para los barcelonistas. El de este domingo, en la primera cita oficial de los dos rivales, fue un doloroso puñal para el cuadro azulgrana.
El Madrid prevaleció gracias a sus letales contras. Las de Cristiano y Asensio. El Barça, a pesar de su control en el segundo tiempo, fue incapaz de generar tanto peligro como su rival, al que parece tener, por ahora, a una distancia sideral.
El Camp Nou contó con una buena entrada (89.514 aficionados), aunque lejos del lleno esperado (de hecho fue la peor entrada en una visita de los madridistas en los últimos 10 años). Y el socio azulgrana seguramente decidió seguirlo por televisión, ya que la directiva hace tiempo que optó por sacarlo de los que están incluidos en el abono. Lo que, seguramente la junta de Bartomeu considera muy bueno para cuadrar las cuentas no lo fue tanto para dar el apoyo necesario a la plantilla.
Si hubo una presencia notable, en realidad, fue de turistas. Y el ambiente de las gradas estuvo lejos de lo que suelen ser los clásicos. Pudieron verse camisetas madridista aquí y allá. También gritos de admiración a algunas acciones del equipo blanco, vestido de un verde turquesa, no se sabe bien por qué extraña razón. Hubo ¡ooooohs! que acompañaron algún caracoleo de Isco, el hombre de moda en el fútbol español después de su millonaria renovación. También cuando Cristiano se incorporó al encuentro en la segunda parte. Y, especialmente cuando marcó el segundo gol madridista, enviándolo con precisión quirúrgica a la escuadra izquierda de Ter Stegen.
Pocos podrían imaginar un gol de Cristiano coreado en el ‘estadi’. Pues eso fue precisamente lo que sucedió con la afición barcelonista claramente en minoría. Seguro que forma parte de la globalización que busca la Liga. Pero también de su desnaturalización.
Para colmo de desgracias, la dolorosa derrota empezó a gestarse con un autogol de Piqué. Nunca un azulgrana había marcado en propia puerta en un clásico. Esa estadística también se rompió para los barcelonistas. Podría decirse que no es el primer autogol del central en los últimos días. El que marcó en las redes sociales, al publicar el «se queda» de Neymar es tan doloroso como el que acabó en la red.