Yasiel Puig y los Dodgers, la relación amor-odio entre Los Angeles y los peloteros cubanos
La orden de enviar a Yasiel Puig a las Menores no es el fin del mundo para el jardinero cubano, pero se interpreta como una señal de que nadie está a salvo de la trituradora en que suelen convertirse las Grandes Ligas si no se produce de manera consistente.
El Caballo Loco de Cienfuegos en algún momento fue visto como la marca innegable del talento que la mayor de las Antillas podía proveer a la mejor pelota del mundo y era uno de los máximos exponentes de ese movimiento iniciado por Bryce Harper de «hacer el béisbol alegre nuevamente».
Pero no hay nada de alegre en lo que le sucede a Puig, quien debe hacer mucho para ganar la confianza del nuevo liderazgo en la oficina central de Los Angeles, sin ningún vínculo ya con el grupo anterior en puestos de mando.
Evidentemente, lo de Puig es un problema de acumulación, porque existen otros jardineros con igual o peor actuación en las Mayores que no enfrentan el dilema del cubano ni comparten su futuro incierto.
Quizá es ese tendón de la corva que se resiste a sanar de manera constante, tal vez algo que no conocemos, pero lo cierto es que la democión de Puig resulta la tapa al pomo de los desastres entre los Dodgers y el mercado de peloteros cubanos.
La franquicia de Los Angeles, entre contratos de Grandes Ligas y bonos a prospectos, ha gastado cerca de $300 millones y qué tiene para mostrar como retorno de esa inversión: ¿media temporada de Puig, temporada y media…?
Puig es la última situación fallida de una lista donde caben Héctor Olivera ($62.5 millones), Alex Guerrero ($28 millones), Erisbel Arruebarrena ($25 millones) y otro número de jóvenes promesas que tampoco parecen llegar a ninguna parte.
Habría que recalcar que los peloteros cubanos no están exentos de culpa, pero en algún punto la organización tampoco ha sabido garantizar una transición segura y ha apelado a soluciones radicales de te suspendo, te cambio o te libero.
Al final, los Dodgers han terminando convirtiendo en nuevos millonarios a un puñado de jugadores que pasarán a la historia -y ojalá me hagan quedar mal una y mil veces- como promesas que no pasaron de eso, dejando una huella controversial en un mercado disparado alguna vez y ahora en pleno proceso de corrección.
Alguna vez Aledmys Díaz me confesó la inyección de realidad que resultó su corte del roster de 40 peloteros en San Luis. De pronto, le vio la cara al final de su carrera y en su mente se activaron resortes de supervivencia. Hoy su historia es de triunfo.
Tal vez Puig, enfrentado con esta misma realidad, pueda resurgir del agujero en el cual se encuentra. Todavía tiene 25 años. Todavía puede, si él lo desea, ayudar a otro equipo en las Mayores. Las cinco herramientas que encandilaron al mundo aún están en su cuerpo. Pero la luna de miel con los Dodgers se acabó con este viaje a las Menores. Veremos si el matrimonio dura.