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Robert Redford: «No tengo tiempo que perder, por eso trabajo contra reloj»

El actor cumple 80 años en medio de una vorágine de intenso trabajo. Esta semana estrena «Peter y el dragón»

Si hay un actor que no necesita presentación en Hollywood es Robert Redford, un hombre que, gracias su atractivo físico y su talento, nos ha hecho soñar y suspirar durante décadas. A punto de estrenar esta semana «Peter y el dragón», Redford confiesa que ahora es cuando más trabaja porque no tiene tiempo que perder. Amante de la naturaleza, vive en un rancho rodeado de caballos. La tierra donde reside es su razón de ser, por ese motivo ha prestado su célebre rostro a muchas de las protestas dirigidas a proteger el medio ambiente. Un hombre que presume de solitario y que, al cumplir ochenta años, sabe bien como disfrutar de la caída de la tarde.

– ¿Qué le llevó a protagonizar «Peter y el dragón»? El subtexto sobre el medio ambiente o la magia de contar un cuento con imágenes.

Sin duda la magia. Cuando yo era niño, crecí en un mundo donde esa palabra era algo supremo. Esa palabra es enorme porque convierte tu mundo en algo mucho más grande. Después, la vida te enseña un mundo sin magia al que lamentas pertenecer porque te deja triste y perdido. Con el paso de los años el mundo se oscurece, todo adquiere cinismo a tu alrededor y echas de menos la magia. Poder participar en un proyecto que despierta al niño que me habita significa mucho, pero también lo he hecho por mis hijos, por mis nietos, quiero pasarles la idea de que contar un cuento es algo mágico, algo que forma parte de mi familia.

– ¿El cine es un escape al actual contexto del mundo?

Películas como esta suelen ser bien recibidas porque vivimos rodeados de noticias tristes, angustiosas y deprimentes. Cada día nos despertamos con un nuevo suceso que nos aterra. No podemos creer que haya seres humanos capaces de cometer actos tan horribles, que luego los medios multiplican a su antojo para vender su producto y nos vemos inundados de negatividad. A mí me hace feliz escaparme a un cine y allí, en la oscuridad, encontrar luz dentro de una película.

– Hoy la fantasía y la imaginación se sustituye con tecnología.

Creo que la alta tecnología está borrando parte de la magia. Hay un aspecto estéril en la nueva tecnología que me entristece porque roba espacio a la imaginación. Cuando las películas tienen demasiada tecnología desaparece la magia.

– A usted siempre le ha gustado contar historias. ¿Inculca a sus nietos su pasión por la narración.

Se lo enseñé a mis hijos y ahora a mis nietos. Sé que he causado una gran impresión en ellos porque desde que eran muy pequeños les he contado cuentos. Hoy seguimos igual, cuando estamos todos juntos nos inventamos relatos, situaciones fantásticas que nos mantienen vivos. Es triste que en nuestra cultura se haya perdido la magia del relato en favor de la monstruosa telerealidad que tanto éxito ha alcanzado.

– ¿Cómo define la magia que existe en su vida?

Es la esperanza, las expectativas de tu imaginación, es intentar superarte, pensar en positivo y convencerse de que eres especial.

– De las decisiones que han marcado su camino, ¿Cual destacaría?

Hay una que me cambió por completo, y fue dejar de vivir en Hollywood. Quería estar rodeado de naturaleza y me marché a Colorado. Los Ángeles es un buen ejemplo de la destrucción de los hombres. Cuando yo era niño, vivía en Santa Mónica, y Westwood, Beverly Hills y Hollywood contaban con grandes espacios verdes. No había autopistas, ni rascacielos, y había parques entre un barrio y otro. El aire era limpio y la gente podía respirar sin miedo. Eso se ha perdido y hoy Los Ángeles es una de las ciudades más congestionadas y contaminadas del mundo. Otra de mis decisiones importantes fue descubrir que no he nacido para estar en una clase y aprender de un profesor, a mí me gusta aprender con la experiencia. Por eso me fui a Europa, a España, a pintar, quería ser artista, y cuando regresé a Los Ángeles yo había cambiado, la ciudad había cambiado y decidí marcharme a vivir a Colorado, reinventarme allí.

– Fue cuando creó el Festival de Sundance.

La concepción de Sundance era contar historias. Quería mantener viva la idea de la narración en el cine. En 1979 se dieron muchos cambios; con la televisión por cable y la demanda del vídeo anticipé el mundo que venía dentro de la industria de Hollywood. Entendí que era necesario cuidar a los guionistas, que las películas de menor presupuesto necesitaban una plataforma donde venderse. Las nuevas tecnologías llenaron de explosiones la pantalla, pero las vaciaron de contenido. Me preocupaba que las películas que a mí me gustaban terminaran por perderse, y decidí organizar un festival dedicado a las historias humanas.

– A sus 80 años trabaja más que nunca, tiene tres proyectos por realizar y uno con Jane Fonda.

Sí (se ríe). La empezamos a rodar en septiembre, luego tengo otra con David Lowery titulada «Old Man with a Gun», y a finales de año vuelvo a dirigir, cada proyecto tras las cámaras se lleva un año de mi vida y estoy en una edad en la que no tengo tiempo que perder, por eso intento trabajar contra reloj.

– ¿Ahora qué es lo más importante en su vida?

Me gusta sentarme a ver el atardecer hasta que el sol desaparece y luego me quedo contemplando el horizonte preguntándome por la maravillosa experiencia que acabo de tener. Para mí es mucho más importante tener un sueño, una visión de lo que se quiere en la vida que hacer montañas de dinero.

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