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Nadie más usará el número 16 de José Fernández en la historia de Miami

Miguel Rojas apenas podía contener el llanto, Dee Gordon colocó una gorra, un guante y una pelota en el montículo y Marcell Ozuna ni siquiera se alentaba a levantar la vista, mientras la ausencia de José Fernández se hacía más visible que nunca.

Los jugadores de Miami recogieron los restos de sus fuerzas y salieron a practicar antes del primer partido de la serie contra los Mets, ese que debía marcar el final de la temporada del cubano…no de su vida.

«Este es el día más triste en mi trayectoria, el más bajo como propietario de un club», comentó Jeffrey Loria, visiblemente conmovido, a punto de quebrarse. «Esta es una verdadera tragedia que le ha sucedido a una persona pura y genuina. Una tragedia».

La pérdida de Fernández en un accidente marítimo en la madrugada del domingo aún no encuentra consuelo entre fanáticos y jugadores, que este lunes salieron al terreno con el número 16 en la espalda.

Ese mismo número 16 que ahora adquiere una dimensión eterna desde este lunes, cuando Loria anunció que nadie más en la organización lo usará: será retirado para recordar por siempre el legado de Fernández.

De aquí a lo que resta de contienda, los peloteros de los Marlins usarán en el hombro un logo para honrar la memoria de quien fuera la cara más reconocible de la organización, su mejor embajador dentro y fuera del terreno.

Y en la práctica se notaba que el corazón pesaba, que los movimientos casi eran mecánicos y el cerebro no enviaba las órdenes correctas para que los músculos obedecieran con la misma convicción.

«El dolor apenas me deja hablar, esto es muy difícil para mí», comentó el poderoso agente de Fernández, Scott Boras. «Yo le decía que iba a llevar a su madre cuando lanzara de visitante, porque su efectividad bajaba mucho cuando ella estaba en el parque. Era un competidor voraz. Uno de los mejores de todos los tiempos para su edad».

Pero el mismo Boras es el primero en reconocer que tras esa faceta dura del juego se encontraba una persona tierna, capaz de abrazar al bateador acabado de ponchar, de sentirse a escuchar por horas a los veteranos.

Según Loria, en Fernández encajaban perfectamente las personalidades de Dontrelle Willis y Josh Beckett, dos de los grandes triunfadores en la historia de los peces, inolvidables.

«Tenía esa bravuconería de Beckett y el carisma de Dontrelle», agregó el propietario de la franquicia. «Pero compartía el mismo sentido de competencia de ambos. Pero una miraba más allá de eso y encontraba una persona humilde, buena».

¿Dónde deja la muerte de Fernández a los peces? ¿Cómo podrán reemplazar a alguien que elevaba los niveles de teleaudiencia un 20 por ciento cuando lanzaba y lleva 7,000 aficionados más al estadio que cualquier otro abridor?

Un ejecutivo del béisbol que no quiso revelar su nombre comentó que la pérdida de Fernández hace retroceder a los Marlins en sus planes de desarrollo al menos unos cinco años.

«Esto hace que trabajemos más duro, aquí nadie se está rindiendo», recalcó Loria. «No nos vamos a ir a ninguna parte. Seguiremos adelante».

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