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Los niños que no beben leche de vaca son ‘bajitos’ para su edad

Los niños de tres años que toman tres vasos diarios de leche de vaca son 1,5 centímetros más altos que aquellos que beben leche de otros animales o bebidas de origen vegetal

Concluida la lactancia materna, la leche de vaca se presenta como un componente esencial de la alimentación durante los primeros años de la infancia. O así ha venido sucediendo de forma tradicional, dado que en los últimos años han surgido nuevas ‘modas alimenticias’ que han desplazado a este producto vacuno en favor de la leche procedente de otros animales –oveja, cabra, etc.– e, incluso, de bebidas de origen vegetal –que ya no ‘leche’, caso de la bebida de soja–. Pero en lo que refiere a la infancia temprana, estas ‘leches’ y ‘bebidas’, ¿son tan saludables como la leche de vaca? O lo que es lo mismo, ¿también garantizan un crecimiento adecuado? Pues según un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital St. Michael’s de Toronto (Canadá), no.

Concretamente, el estudio, publicado en la revista «The American Journal of Clinical Nutrition», muestra que por cada vaso consumido a diario de leche de animales distintos de la vaca o de bebidas de origen vegetal, los niños con edades entre los dos y los siete años son 0,4 centímetros más bajos que la media correspondiente a su edad. Y asimismo, que por cada vaso de leche de vaca bebido al día, estos niños tienen una estatura 0,2 centímetros mayor que la de la media de su edad.

Como explica Jonathon Maguire, director de la investigación, «la estatura es un indicador importante de la salud general y el desarrollo en los niños. La leche de vaca ha sido una fuente fiable de proteínas y grasas, dos nutrientes esenciales para asegurar un crecimiento adecuado en la infancia temprana. Pero muchos padres están optando por dar otros tipos de leche y de bebidas a sus hijos que pueden tener un menor contenido nutricional».
Mejor de vaca

Para llevar a cabo el estudio, los autores evaluaron la estatura de 5.034 niños con edades comprendidas entre los 24 y los 72 meses, de los que el 92% bebía leche de vaca a diario y el 13% tomaba otros tipos de leches y bebidas vegetales también a diario.

Como refieren los autores, «si bien la mayoría de los niños de nuestro estudio tomaban leche de vaca a diario, la cifra de aquellos que bebían otros tipos de leche y bebida sugiere que se popularidad ha crecido notablemente en los últimos años».

Los resultados mostraron que cuanta menos leche de vaca se tome durante los primeros años de vida, menor será la estatura del infante. Por ejemplo, y cumplida la edad de tres años, los niños que beban tres vasos diarios de leche de vaca serán 1,5 centímetros más altos que sus compañeros que sustituyen esta leche por la procedente de otros animales o por bebidas de origen vegetal en estos tres vasos.

Es más; combinar ambos tipos de leches y bebidas –de vaca y no de vaca–, o lo que es lo mismo, no beber exclusivamente leche de vaca, también se asocia a una menor estatura. Como apunta Jonathon Maguire, «nuestros hallazgos sugieren que añadir alguna leche de vaca a la dieta de los niños no revierte la asociación entre el consumo de estas otras bebidas y una menor estatura». Es decir, el daño ya está hecho.

Pero, exactamente, ¿a qué obedecen estas diferencias en las estaturas de los niños? Pues la verdad es que como este no fue el objetivo de la investigación, no se sabe. Aun así, los autores creen que la razón se explica porque los niños que no beben leche de vaca consumen menos proteínas y grasas a diario que aquellos que sí la toman. Y el resultado, obviamente, es un menor crecimiento –cuando menos en altura.

Como indica el director de la investigación, «el contenido nutricional de la leche de vaca está regulado en Estados Unidos y Canadá, países en los que los contenidos nutricionales de la mayoría del resto de tipos de leche y bebidas de origen vegetal no se encuentran regulados. Y esta falta de regulación da lugar a que estos contenidos nutricionales varíen notablemente entre los productos diferentes de la leche de vaca, muy especialmente en la cantidad de proteínas y grasas».

Por ejemplo, dos vasos de leche de vaca contienen 16 gramos de proteína, lo que supone el 100% de los requerimientos diarios proteicos de un niño de tres años. Sin embargo, dos vasos de ‘leche’ de almendras contienen en torno a 4 gramos de proteína, o lo que es lo mismo, solo satisface el 25% de las necesidades proteicas del niño que, además, «puede que no esté recibiendo proteínas suficientes de otras fuentes dietéticas», alerta Jonathon Maguire.

La verdad es que la ‘moda’ de dar a los niños leche de procedencia no vacuna o bebidas vegetales es bastante reciente, por lo que las consecuencias de esta sustitución son difíciles de cuantificar. O por lo menos, los estudios realizados al respecto son muy escasos, lo que hace que el consumidor medio tenga problemas para valorar los pros y los contras de cambiar la leche de vaca por estos productos en la dieta de sus hijos.

Como concluye Jonathon Maguire, «si los productos son comercializados como equivalentes a la leche de vaca, como consumidor y como padre querría saber si de verdad son iguales en términos de efectos sobre el crecimiento infantil».

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