Los motivos por los que tienes que dejar de comprar carne barata
Existe mucha confusión después de la alerta lanzada desde diferentes instituciones. No obstante, comprar carne a buen precio perjudicará a todos menos a tu bolsillo
A todos nos cuesta llegar a final de mes, por eso es frecuente que vayamos de tienda en tienda mirando las mejores ofertas. Si queremos comprar un ‘brik’ de leche de la misma marca, ¿qué más da que provenga de la tienda de la esquina o de un mercado exclusivo?
Con todo, hay productos con los que es mejor no jugar, y entre ellos se encuentran, sin duda, las carnes.
Varios estudios han demostrado que la carne que se compra a mejores precios no es casi nunca lo que se dice que es. Considera lo que te contamos a continuación y no tengas reparos en rascarte un poco más el bolsillo a la hora de ir al supermercado.
El porqué de los bajos precios
¿Cómo es posible que en un restaurante de comida rápida una hamburguesa pueda costar tan poco?
Lo cierto es que la mayoría de los mortales solo vemos el producto ya listo para la venta y nos preocupa muy poco cómo funciona toda la cadena hasta que un filete llega hasta nuestro plato.
El éxito del libro ‘Fast Food Nation’ de Eric Schlosser durante la década pasada hizo que este tema tuviera una cierta actualidad. Dieciséis años después de su publicación, parece que volvemos a olvidar muchas de las cosas que allí se contaban.
Desde algunas empresas se asegura que la carne mantiene un bajo precio por las innovaciones tecnológicas que se han ido incorporando en el sector. ¿Pero es realmente así?
¿Tiene algo que ver el cómo se alimenta a los animales hoy?
Se trata de un asunto que está siempre en el punto de mira. Criar a los animales en el campo a través de pastos, en pequeñas granjas, tiene unas lógicas repercusiones para el precio. Es importante entender que es muy difícil encontrar gangas en carnes que se venden como productos gourmet.
Por otro lado, las grandes naves de cría aprovechan peor los recursos con las consiguientes repercusiones que ello tiene para el medio ambiente. Por ejemplo, es fácil que los excrementos de las pequeñas granjas puedan ser reconvertidos en fertilizantes. Las grandes explotaciones no se suelen preocupar por estas contingencias y los excrementos pueden acabar contaminando acuíferos y ríos.
¿Qué sucede con la excesiva administración de antibióticos en los animales que se viene denunciando desde hace años?
No es posible mantener una gran nave para la cría de animales perfectamente limpia y sin que se produzcan infecciones. Por ello muchos granjeros se curan en salud y para prevenir epidemias en sus granjas deciden bombardear sus reses con antibióticos que además hacen aumentar el volumen de la carne hasta en un tres por ciento más.
Estos antibióticos llegan a nuestro organismo a través de la carne, por lo que, a pesar de las precauciones que los médicos toman para recetar lo menos posible estos medicamentos, la realidad es que muchos los estamos tomando sin tener conocimiento.
Por otro lado están los mataderos. Como todas las industrias alimentarias estos están sometidos a importantes regulaciones sanitarias que buscan evitar contagios de bacterias y enfermedades entre animales que pueden arruinar toda una cadena. En países como Estados Unidos, expertos como el doctor Robert Tauxe del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades avisan: «Sospecho que el proceso de industralización de nuestra carne ha abierto una vía para que el campylobacter o las infecciones por E.Coli puedan llegar hasta el consumidor».
Pensamos que los abusos de los que hablamos no pueden ocurrir en Europa debido a que la regulación aquí es mucho más dura. Olvidamos, por supuesto, los escándalos que han ocurrido dentro de la Unión, como el episodio de la carne de caballo que se vendió como ternera hace apenas unos años.
El ejecutivo de la cadena de supermercados Waitrose, Mark Price, señaló a ‘The Telegraph’ que si queremos evitar tales escándalos tenemos que pagar más por la carne.
Por último no debemos olvidar cómo muchas carnes acaban siendo adulteradas. Alimentos etiquetados con la fórmula ‘producto elaborado a partir de carne de…’ poseen una importante proporción de sustancias derivadas de la patata que se añaden al proceso para obtener más cantidad de producto.
Avisos de las autoridades sanitarias
De acuerdo, nos pueden dar gato por liebre, nos pueden vender un producto por lo que no es, pero qué pasa si, encima, la ingesta de determinadas carnes puede tener unas consecuencias similares a las de consumir sustancias consideradas como nocivas. El principal foco de preocupación está en las denominadas carnes procesadas.
La agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha propuesto incluir a la carne procesada en el grupo 1 de sustancias cancerígenas, el mismo el que están el tabaco, el amianto, el arsénico, la luz solar o el alcohol.
La carne procesada engloba productos como embutidos, carnes enlatadas o salchichas. Se trata de opciones más económicas que las carnes rojas o blancas a las que recurren los sectores de la población más desfavorecidos.
Según la American Cancer Society este tipo de alimentos puede incrementar las posibilidades de padecer un cáncer de colon hasta en un 18%. La presencia de nitratos (sustancias que se utilizan para conservar este tipo de carnes) y procesos como el ahumado o la cocción a altas temperaturas (que genera hidrocarburos aromáticos policíclicos) están detrás de las causas que hacen que debamos prestar particular atención a estos alimentos. Se recomienda, por ello, limitar su consumo a situaciones ocasionales.