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La pelota cubana necesita volver al profesionalismo para renacer

El béisbol cubano, de seguro, tiene salvación

Para nadie es un secreto que el béisbol cubano se encuentra en el peor momento de su historia. Y muchos aseguran que dicha crisis es un problema sin solución. Yo no lo creo. Me niego a creer que eso ocurra en la tierra de Martín Dihigo, Tany Pérez y Orestes Miñoso.

La solución no es fácil, pero tampoco es imposible. Cuba necesita el regreso del profesionalismo en su torneo principal con seis u ocho equipos al máximo, una Liga de Desarrollo (que puede ser la llamada Serie Nacional) al estilo de las Ligas Menores de Estados Unidos, que se encuentre un acuerdo para que sus jugadores actúen en Grandes Ligas sin abandonar ilegalmente el país, permitir que los jugadores de la Gran Carpa vistan el uniforme nacional en el Clásico Mundial y crear las condiciones a lo largo y ancho de la isla para elevar el desarrollo beisbolero desde la etapa escolar.

Cuando esto se haga, llegará el desarrollo y su torneo principal podría convertirse para muchos jugadores en una antesala a Grandes Ligas. Y aquellos que no lleguen a dicho nivel, entonces pudieran seguir jugando en el país y actuando con el equipo Cuba en torneos como Juegos Panamericanos, Juegos Centroamericanos y del Caribe, Series del Caribe y Juegos Olímpicos cuando este deporte regrese a esta cita.

Una gran parte de los fanáticos cubanos de las nuevas generaciones creen que la decadencia del béisbol en la isla se inició cuando los jugadores comenzaron a huir en torneos internacionales y a través del mar en rústicas balsas. Y quienes así lo creen, lo hacen porque han crecido sin escuchar o leer la legítima historia de la pelota antillana antes de 1961.

Las fugas que se iniciaron a partir de la década del noventa en busca de mejoramiento profesional y económico fue el producto de un primer grave error, eliminar el béisbol profesional. Aquí se encuentra la raíz del problema.

Cuando se erradicó la pelota profesional para adoptar el amateurismo como sstema deportivo, se dio inicio a la crisis que luego fue aumentando poco a poco hasta llegar al toque de fondo de los últimos años.

La Serie Nacional mantuvo un buen nivel beisbolero entre 1969 y 1989. Fue una etapa cerrada de la sociedad cubana donde no existían celulares, internet, visitas de familiares provenientes de Estados Unidos y la propaganda politica trató de ubicar al pelotero profesional como una mercancía.

A pesar de que en dicha época no existían los salarios tan altos en Grandes Ligas, ese concepto mercantil sobre los peloteros profesionales era erróneo, pues el jugador profesional casi siempre ha ganado mucho dinero por su trabajo y desde hace muchos años tiene sus derechos garantizados hasta con retiros. Pero muchos se lo creyeron, algunos por acomodo y otros por ignorancia.

Entre 1961 y 1990, los jugadores cubanos no se marchaban en busca de actuar en las Mayores, la mayor ilusión era vestir el uniforme del equipo Cuba en competencias internacionales y ser héroes. Muchos que habían jugado en el profesionalismo antes de 1961 permanecieron en la isla y se dedicaron a entrenar a las nuevas figuras.

Surgieron peloteros como Manuel Alarcón, Braudilio Vinent, Armando Capiró, Rogelio García, Santiago Mederos, Félix Isasi, Julio Rojo, Omar Carrero, Julio Romero, Rey Vicente Anglada, Manolito Hurtado, Agustín Marquetti, Antonio Muñoz, Pedro José Rodríguez, Luis Giraldo Casanova, Fernando Sánchez, Alfonso Urquiola, Lourdes Gourriel, Omar Linares, Antonio Pacheco, Orestes Kindelán, Víctor Mesa, Pedro Luis Lazo y algunos otros con excepcional calidad.

También actuaron un grupo de peloteros con gran nivel que habían iniciado sus carreras en la Unión Atlética Amateur antes de 1961 como lo fueron Pedro Chávez, Urbano González, Aquino Abreu, Mario González, Modesto Verdura, Miguel Cuevas, Antonio “Ñico’’ Jiménez y otros que ayudaron a enriquecer las Series Nacionales.

Muchos de esos peloteros que surgieron después de 1961 reunían los requísitos para triunfar en Grandes Ligas. Pero no lo hicieron y se quedaron jugando en la Serie Nacional y algunos con el equipo Cuba.

Barrían con sus rivales más jóvenes que eran reales jugadores aficionados. Eran tan buenos que sin tener fogueo ante peloteros de Grandes Ligas las pocas veces que se midieron a novenas profesionales de Japón y Venezuela también las derrotaban. Y si alguien lo duda que le pregunte a David Concepción y Tony Armas cuando se enfrentaron ante Vinent, Romero y Carrero en el Estadio Latinoamericano, antiguo Stadium del Cerro.

A pesar de los triunfos internacionales, el futuro de ese béisbol era incierto. Mientras que otros países desarrollaban sus torneos profesionales y llevaban peloteros a Grandes Ligas mejorando su nivel con las técnicas más modernas, Cuba poco a poco se iba atrasando.

Con el derrumbe del campo socialista en especial en la Unión Soviética, se profundizó la crisis económica en Cuba y el béisbol no se quedó como una excepción. Se unió al desmoronamiento.

Comenzaron las deserciones de peloteros cubanos. Cuando los profesionales comenzaron a participar con sus respectivos países en eventos internacionales llegaron las derrotas sucesivas para Cuba que demostraron las consecuencias de haberse eliminado el profesionalismo.

Cuba no ha podido ganar un Clásico Mundial. En el primero salió con suerte y terminó en segundo lugar. Pero en los dos restantes ha sido un fracaso.

Cuando los cubanos regresaron a la Serie del Caribe con el equipo de Villa Clara para enfrentarse a los campeones de República Dominicana, Venezuela, México y Puerto Rico, no sólo perdieron, también enseñaron debilidades técnicas en el terreno con una pobre actuación a la ofensiva, en el pitcheo y en la defensa.

Ganaron la Serie del Caribe en su segunda participación. Lograron avanzar por cuestión de suerte y ganaron los partidos de semifinales y la final ante México, pero sin demostrar un alto nivel de juego.

En la tercera edición de la Serie Caribeña celebrada en Dominicana, Cuba resultó otro fracaso. Uniendo a ello, las deserciones de su mejor pelotero Yulieski Gourriel y su hermano Lourdes. Hace sólo varios días, Yulieski con su nuevo apellido Gurriel firmó un contrato de $47.5 millones y cinco temporadas con los Astros de Houston en la Liga Americana.

yulieski

Haciendo un recuento en breve síntesis de la pelota profesional cubana debemos decir que los campeonatos se iniciaron en 1879, sólo tres años después de Grandes Ligas. Y desde esa fecha hasta su erradicación en 1961, Cuba fue la segunda pótencia beisbolera a nivel profesional y la segunda en el campo amateur.

La pelota profesional fue una época dorada donde se producía el mayor talento entre los latinos para las Mayores con la existencia de un intercambio abierto en ayuda técnica y material proveniente del béisbol de Estados Unidos.

El desarrollo fue tan grande que Cuba llegó a tener equipos propios en las Ligas Negras de Estados Unidos, en Ligas Menores con los Havana Cubans y los Cuban Sugar Kings en Triple A.

Cuba ganó siete Series del Caribe en 12 participaciones. Esto a nivel profesional. Pues en el amateurismo ganaron casi todos los Campeonatos Mundiales y los Juegos Centroamericanos y del Caribe con legítimos peloteros aficionados.

El poco estímulo que tienen los jugadores para actuar en sus torneos internos ha llevado a la fuga de muchos en busca de contratos lucrativos en las Mayores. Esta situación unida a la falta de fogueo de alto nivel internacional y los escasos recursos existentes para levantar el desarrollo, ha llevado a que la Serie Nacional hoy por hoy no llegue a nivel Doble A.

La otrora segunda potencia beisbolera del mundo a nivel profesional y la primera a nivel amateur, en estos momentos por calidad de su torneo interno no es ni la octava potencia.

Otro de los problemas existentes es que casi todos los jugadores cubanos de Grandes Ligas desean vestir el uniforme del equipo nacional en el Clásico Mundial. Pero las autoridades deportivas siguen sin permitir que los mismos actúen. Este atrincheramiento ideológico lo que hace es seguir profundizando la crisis de la pelota cubana.

Es positivo que hayan autorizado la firma de varios jugadores con equipos profesionales de otros países como Japón, Corea, México y Canadá. Pero dichos torneos son inferiores en calidad y en salarios a la pelota de Estados Unidos, llevando a que casi todos los peloteros busquen el camino de las Grandes Ligas. Mas de 20 jugadores actúan en este béisbol en la temporada del 2016, algunos otros lo harán en los próximos dos meses y en la siguiente campaña. Otros muchos andan en Ligas Menores en busca del ascenso y ganando dinero.

Podemos citar muchos ejemplos, pero entre los más recientes tenemos el de Yoan Moncada. Un joven de 21 años con un talento increíble y que ganó el premio de Jugador Más Valioso del Juego de las Futuras Estrellas de Grandes Ligas.

Moncada está considerado uno de los mejores prospectos jóvenes en la pelota de Estados Unidos. Y este muchacho salió hace poco de la isla. Y como Moncada deben existir decenas de otros jugadores talentosos fildeando, bateando y corriendo en los terrenos de sus pueblos y en los placeres llenos de piedras.

El problema de Cuba no es falta de talento, pues eso es lo que sobra. Desde las épocas de José Méndez, Cristóbal Torriente y Adolfo Luque, en esa isla siempre se ha levantado una piedra y debajo de ella han salido decenas de figuras con todos los atributos para ser estrellas del deporte de las bolas y los strikes. Y sigue siendo así.

La solución para que el béisbol cubano regrese a una etapa de esplendor, es abrirlo al profesionalismo. Y al ciento por ciento. Lo contrario, es ponerle una curita a una enfermedad que necesita tratamiento.

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