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El «postureo» y las grandes cifras en Instagram tienen los días contados: y las marcas lo saben

Las acciones publicitarias que realizan las compañías a través de un «influencer» en la popular red social se verán afectadas por la nueva normativa de la compañía

Instagram, propiedad de Facebook, anunció la semana pasada un cambio: ha empezado a eliminar los «Me Gusta», seguidores y comentarios falsos de los perfiles que utilizan aplicaciones de terceros para incrementar su popularidad. La «actividad no auténtica», dijo la compañía, es mala para la comunidad, así como las «apps» que «hacen crecer de forma artificial la audiencia». En definitiva, «inflar» las cifras de seguidores o comentarios parecen tener los días contados.

«Hasta que no se implemente, no sabemos si será una medida efectiva o es sólo una estrategia por parte de Facebook para limpiar su imagen, ya que hay muchas críticas sobre la compra de seguidores falsos», apunta Ismael El-Qudsi, director general de la una agencia de marketing digital Internet Republica. Toca esperar aún y comprobar si realmente la compañía es capaz de detectar la totalidad de interacciones falsas. Facebook lleva un año luchando contra las «fake news» y el propio Mark Zuckerberg ha reconocido que se trata de campañas de desinformación constantes, que evolucionan con el tiempo y son casi imposible de erradicar.

Pero Instagram ha puesto, al menos, las cartas sobre la mesa. «Si se lleva a cabo tal y como pretende la plataforma, creo que será una medida efectiva porque se trata de hacer de las redes sociales un espacio más transparente y veraz», apunta Ainhoa Muguerza, PR & Communications Manager Divimove, empresa de creación de estrategias de vídeo online e influencer marketing. De hecho, Divimove gestiona la carrera de más de 900 «influencers» y estos se verán, sin duda, afectados por la nueva medida.

El 72% de los usuarios españoles sigue a «influencers» en Instagram, según el «Estudio Anual de Redes Sociales 2018» que realiza la consultora IAB Spain. El poder que otorga la red social de fotografía es tan gigante que, en torno a ella, se ha ido generando un negocio tan infalible como criticado: la publicidad. La fórmula es infalible: una acción publicitaria protagonizada por el «influencer» adecuado equivale a millones de ventas. Pero cuando la marca quiere elegir a su embajador, se fija, entre otras propiedades, en el número de seguidores del «influencer» o interacción de los mismos. Es así por lo que nació algo con lo que Instagram ahora quiere acabar: la compra de seguidores o los seguidores falsos que dan «Me gusta» o comentan publicaciones sin pies ni cabeza.

«Estamos acostumbrados a las grandes cifras y al ‘postureo’ pero esta tendencia dista mucho de la realidad», asegura Muguerza, que apoya la medida de Instagram «por cambiar un contexto en el que la popularidad se mide a golpe de ‘follow’». Para la experta, «la compra de seguidores desvirtúa la verdadera popularidad de los ‘influencers’ que apuestan por esta medida. Cuando un ‘influencer’ colabora con una marca, lo más importante es que se cumplan los objetivos del anunciante en términos de imagen o venta. Si la mitad de los seguidores son falsos será muy complicado alcanzarlos y muy probablemente la marca deje de colaborar con él», asegura.

Un nuevo marco más real

Según el « Estudio sobre Marketing de Influencers en España, 2018», elaborado por BrandManic, el 56,5% de las marcas españolas encarga sus campañas con «influencers» a agencias especializadas con el objetivo principal de captar de nuevas audiencias. Se trata de una acción publicitaria por la que, a cambio, se paga a los «influencers». Y esta es la clave por la que la publicidad encubierta ha inundado la red social a pesar de que la Ley General de la Publicidad es muy clara y prohibe la publicidad engañosa. Los «influencers» tienen que advertir siempre en sus publicaciones el término de «#Ad», «Ad» o «Patrocinados», como también indica Instagram en sus políticas de uso.

Ahora, los «influencers» se enfrenta a un nuevo problema: la estrategia de comprar seguidores para falsear sus cifras ya no vale. «Afectará a todos, y lo normal por el volumen de seguidores, es que los más grandes sean los más afectados y los que notarán un mayor descenso en su número de seguidores», señala Ismael El-Qudsi. «Hay que hacer hincapié en que los microinfluencers (cualquiera de nosotros que tenga menos de 10.000 seguidores) realmente no tienen seguidores, sino amigos, y estos suelen ser reales», puntualiza.

Para Muguerza, la nueva medida de Instagram «debería tener un efecto positivo porque su trabajo depende de cifras reales, no de humo», al mismo tiempo que también tendrá repercusiones para las marcas en el sentido de que «ayudará a elegir mejor a los ‘influencers’ que sean populares de verdad y no a los que acumulen ‘bots’ o falsos seguidores. Esto ahorrará tiempo, dinero y quebraderos de cabeza cuando una campaña no sale como se esperaba».

«Las marcas -opina el fundador de Internet Republica- ya se están dando cuenta de que no necesariamente influencia más alguien con más seguidores, sobre todo si esos seguidores son falsos, así que llevan un tiempo usando otras métricas como el ‘engagement’ o las reacciones que provoca un ‘influencer’». El experto recuerda que este sector es aún «muy inmaduro» y la muestra es que las firmas «sólo se guiaban por el número» de seguidores de los «influencers». «Según se vaya profesionalizando, las marcas verán que no siempre tener más audiencia significa tener más influencia», concluye.

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