Adiós a la sonda Cassini en Saturno
La sonda de la NASA se estrellará mañana en el planeta de los anillos poniendo fin a un espectacular viaje de dos décadas repletas de hallazgos científicos
Como si de un gran espectáculo se tratara, la NASA ha bautizado los últimos días de la nave que envió a Saturno con un nombre fastuoso: la «Gran Final». Después de dos décadas en el espacio, trece de esos años rondando el mundo de los anillos, la exhausta sonda Cassini terminará mañana su increíble viaje sumergiéndose en la atmósfera del planeta, donde se desintegrará como un meteoro. Este apoteósico desenlace, motivado por la falta de combustible, ha sido programado deliberadamente con el objetivo de evitar posibles impactos contra sus fascinantes lunas cercanas -en particular la helada Encélado, que se cree contiene un océano subterráneo-, para que se mantengan prístinas de cara a posibles exploraciones futuras.
La llamada Gran Final comenzó en realidad el pasado abril, cuando un golpe de gravedad de Titán colocó a la sonda de dos toneladas y media en su camino hacia la destrucción. Desde entonces y durante cinco meses, la Cassini se ha adentrado 22 veces en el hueco de aproximadamente 2.000 km de ancho que existe entre Saturno y sus anillos, una fantástica acrobacia que ninguna otra nave espacial había realizado antes y que proporcionó unas imágenes sin precedentes por su cercanía.
Pero el pasado lunes la Cassini recibió «el beso de despedida». Una nueva visita a Titán, a una distancia lejana pero suficiente, le dio un golpetazo de gravedad que la ralentizó y la puso en órbita de colisión con Saturno. Esa fue su sentencia definitiva. Mañana, la nave se adentrará en la atmósfera del planeta gaseoso a 113.000 km por hora. Al principio, sus propulsores se mantendrán solo un 10% de su capacidad, para que la antena de alta ganancia pueda transmitir datos científicos al menos durante un tiempo. Pero a medida que la atmósfera se espese, los propulsores se verán obligados a ponerse de nuevo a tope y la nave perderá el control y caerá en picado.
Entonces, solo uno o dos minutos después de comenzar el descenso, al filo de las dos de la tarde (hora peninsular española) y a unos 1.500 km por encima de las nubes del planeta, la Cassini perderá el contacto con la Tierra. A partir de ese punto, la nave comenzará a arder como un meteoro y todo habrá concluido. En 30 segundos, se hará pedazos y en un par de minutos cualquier material que sobreviva se hundirá profundamente en el planeta donde se derretirá y se diluirá por completo.
En realidad, la «muerte» de la nave habrá ocurrido unos 83 minutos antes, el tiempo que tardan las señales de radio en atravesar los 1.400 millones de km que nos separan de Saturno. «La señal final de la nave será como un eco que se irradiará a través del Sistema Solar durante casi una hora y media después de que Cassini haya desaparecido», explica Earl Maize, gerente del proyecto en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena, California. «Aunque sabremos que en Saturno Cassini ya ha cumplido con su destino, su misión no está realmente terminada para nosotros en la Tierra mientras sigamos recibiendo su señal», añade.
La inmersión final no será solo un emocionante epílogo. Ocho de sus doce instrumentos recopilarán datos hasta los momentos finales, transmitiéndolos a los científicos que siguen la misión casi en tiempo real. Uno de ellos, el Espectrómetro de Masas para Iones y Partículas Neutras (INMS), analizará la composición de la atmósfera, lo que ayudará a conocer más sobre la formación y la evolución del planeta gigante. Eso sí, la cámara estará apagada, ya que la velocidad de transmisión de datos necesaria para enviar imágenes es demasiado elevada e impediría enviar otra información valiosa. Las últimas fotos se habrán tomado los días previos. Previsiblemente, incluirán instantáneas de Titán, Encélado, el satélite menor Peggy y parte de los anillos.
Esa será tan solo una parte de la inmensa cantidad de ciencia que la veterana Cassini ha proporcionado desde que en 2004 llegó al sistema de Saturno, impresionante por sus anillos y la variedad de sus más de sesenta lunas. Entre sus descubrimientos más importantes, el hallazgo de los chorros que salen disparados de la pequeña Encélado, evidencia de la existencia de un océano subterráneo que puede tener actividad hidrotérmica, o la composición de los mares de hidrocarburos y la formación de químicos prebióticos complejos en Titán. Gracias a esos descubrimientos, los dos satélites se han convertido en prometedores lugares donde buscar vida extraterrestre. La nave también ha captado las estructuras que se elevan por encima de los anillos, una gigantesca tormenta que rodeó el planeta entero durante casi un año o sus cambios estacionales. Además, la sonda Huygens, unida a Cassini hasta 2005 (el nombre completo de la misión es Cassini-Huygens) hizo el primer aterrizaje en una luna del sistema solar externo, Titán.
Con el adiós a Cassini, una colaboración internacional entre la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) -que construyó la sonda Huygens- y la Agencia Espacial Italiana, se pone punto final a una de las misiones más fecundas en la historia de la exploración espacial. En la actualidad, una treintena de artefactos de NASA, ESA, la agencia japonesa JAXA y la de China, continúan en activo en misiones planetarias, con la intención de estudiar mundos como Marte o Júpiter, distintas lunas y asteroides.
Y el espectáculo de la exploración del Sistema Solar continúa y se amplía. El próximo 22 de septiembre, la sonda Osiris-Rex de la NASA realizará una importante aproximación a la Tierra que cambiará su trayectoria y la pondrá en marcha hacia el asteroide Bennu, donde recogerá una muestra y lo devolverá a la Tierra para su estudio en 2023. Otro objetivo de lo más ambicioso será el vecindario de Júpiter. Previstas para la década de 2020, la misión de la NASA Clipper sobrevolará su luna Europa, mientras que otra europea, llamada Juice, estudiará otra de sus lunas, Ganímedes. El objetivo, la pregunta más intrigante que todavía no tiene respuesta: saber si otros mundos del Sistema Solar pueden albergar vida.