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Luis Enrique se cogerá un año sabático

«Si dejo el Barça, que es mi casa, no es para ir a otro equipo», dice el técnico, planeando ya el verano en «la playa» de Gijón

Allí, al pie de La Escalerona, en la playa de San Lorenzo, suele citarse todo Gijón en verano. Allí estará dentro de poco Luis Enrique. Agota el técnico sus últimos días en el Camp Nou después de casi tres largos, complejos e intensos años. Le preguntaron al técnico asturiano si trabajaría algún día con Monchi, el exitoso director deportivo del Sevilla, pretendido por media Europa, aunque sea el Roma quien más puja por él. Respondió entonces Luis Enrique destapando su sueño más inmediato.

«Me parece que Monchi no tiene pensado ir a La Escalerona este verano», comenzó diciendo el todavía entrenador del Barcelona. «No lo veo allí, ¿tú lo ves?», le dijo Luis Enrique, precisamente, a Ricardo Rosety, un periodista asturiano de Bein Sports. «Mi planning este verano es estar tomando el sol en La Escalerona. Si es que hay sol», confesó un aliviado Lucho.

Si Monchi va al centro de Gijón ya sabe quién le espera. «Podremos entonces tomar un culín de sidra», dijo bromeando Luis Enrique, ya liberado de toda la tensión que había ido acumulando antes de anunciar su marcha. Se va por voluntad propia, convencido de que con el tercer y último año es más que suficiente.

Está ya el técnico saliendo del Barça, pero no de Barcelona, imaginándose, eso sí, al pie de esa playa gijonesa a la que acudía en su infancia. «Si dejo el Barça, que es mi casa, con una relación increíble con el club y con los jugadores y demás no es para ir a otro equipo», recalcó verbalizando lo que no había dicho hasta ahora.

Hace 35 días, justo después de golear al Sporting, el club donde él empezó, con un 6-1 que fue el prólogo de la remontada europea, Luis Enrique anunció por sorpresa que abandonaba el Barça. Aprovechó que había terminado la rueda de prensa y sin mediar pregunta alguna lanzó su discurso de despedida. El martes, en cambio, fue un poco más allá. Se va para veranear en La Escalerona y disfrutar con la grupeta en la bici por las carreteras de Catalunya.

Quizá sin Unzué, su amigo del alma, ayudante que tuvo en el Celta, ayudante que ha tenido, y tiene aún, en el Barça. «Ya veremos si viene… Siempre se queda atrás, ningún problema», afirmó bromeando Luis Enrique sobre la debilidad física en la bici del segundo entrenador, evitando pronunciarse sobre quién debe ser su sucesor. «¿Unzué? La única manera de no interferir en este tema es no opinando», confesó.

Anda viviendo sus últimos meses en el despacho de la ciudad deportiva de Sant Joan Despí. Está preparando Luis Enrique las maletas con opciones de ganarlo todo: Liga (quedan nueve jornadas y está a dos puntos del Madrid, que tiene un partido menos, Champions (cuartos de final contra la Juventus) y Copa del Rey (final contra el Alavés).

Llegó con un triplete y quién sabe si también puede cerrar su círculo virtuoso con otra triple corona. «Es simplemente por cansancio y por necesidad de recuperarme. Nada más. No es para irme a otro equipo», recalcó. «¿Dónde voy a estar mejor que aquí?», se preguntó Luis Enrique en voz alta, dando por hecha la respuesta.

Pudo quedarse pero se va. Antes, aún tiene mucho trabajo por resolver. Hoy, sin ir más lejos, llega el Sevilla de Sampaoli al Camp Nou, menos fiero que de costumbre, pero «temible», como dijo Luis Enrique, que recupera a Messi y Piqué para acabar bien su obra antes de citarse en La Escalerona con sus amigos. El «culín de sidra» aún puede esperar.

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