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Samsung Note 7, adiós al móvil que explotaba

La suspensión del dispositivo por problemas en sus baterías pone de manifiesto el riesgo de estas pilas a pesar de estar certificada su seguridad

Se desconoce todavía la razón técnica del problema, pero el dispositivo móvil Galaxy Note 7, fabricado por el gigante asiático Samsung, se ha convertido en uno de los mayores fiascos tecnológicos que se recuerdan en mucho tiempo. Una serie de problemas técnicos en sus baterías provocaba que en ciertos casos el móvil se sobrecalentara hasta el punto de incendiarse. La firma surcoreana, tras varias semanas de crisis, decidió finalmente este martes poner fin a la producción del terminal y dejarlo de vender en las tiendas.

Este modelo de dispositivo estaba llamado —por sus punteras innovaciones como el escáner de iris para desbloquear la pantalla o su sistema de carga inalábrica— a asestar un duro golpe a Apple, que presentó el iPhone 7 el pasado 7 de septiembre. El gigante asiático quiso adelantarse a los de Cupertino y lanzó el «phablet» el 19 de agosto, aunque en España no iba a llegar hasta el 9 de septiembre. Pero no había nada que temer. Todo estaba planificado con tiempo.

A los pocos días, sin embargo, se empezaron a publicar en internet videos y fotografías de usuarios denunciando cómo sus Notes 7 ardían espontáneamente. Samsung tuvo que retirar unos 2.5 millones de dispositivos en todo el mundo a consecuencia de un posible riesgo de explosión de sus baterías defectuosas. Fueron unos 35 casos registrados de ignición. La compañía decidió, el pasado 2 de septiembre, posponer la venta, sustituir los terminales a quienes ya lo habían adquirido o precomprado y revisar los que ya habían sido fabricados y estaban listos para vender. Esta situación generó, incluso, un cierto pavor hasta el punto de que algunas aerolíneas han prohibido el uso del Note 7 en los vuelos.

Desde entonces, la crisis ha ido a mayores y no han dejado de aparecer nuevos casos de dispositivos de reemplazo (teóricamente con certificación de seguridad) en riesgo de ignición. El clímax se alcanzó después de confirmarse que el Note 7 que explosionó durante un vuelo en Southwest Airlines a principios de octubre se trataba de una unidad de reemplazo.

«Estamos trabajando con los organismos reguladores pertinentes para investigar los casos reportados recientemente sobre los Note 7. Debido a que la seguridad de los consumidores sigue siendo nuestra máxima prioridad, Samsung pide a todos los distribuidores a nivel mundial que detengan las ventas y el programa de sustitución de Note 7 mientras la investigación se lleva a cabo», han asegurado fuentes de la compañía a ABC. «Continuamos con nuestro compromiso de trabajar con las autoridades reguladoras y poder tomar todas las medidas necesarias para resolver la situación. Los consumidores, ya sea los que posean un Note 7 original o una unidad que haya sido sustituida, deben apagar y dejar de usar el dispositivo y acogerse a las soluciones disponibles», añaden las mismas fuentes.

Pero ¿cuál ha sido con exactitud el problema de las baterías? Samsung no ha entrado en detalle de momento. Sin embargo, se especulan dos hipótesis: un error en el sistema de carga rápida del dispositivo o bien en baterías defectuosas.

«Apelando a la honestidad de la compañía, en un principio, es probable que tuvieran un problema en la fabricación. En un caso como este, en el que la batería del Note 7 tiene una gran capacidad, pasa mucha corriente durante un tiempo largo. Eso produce un calentamiento muy brusco y provoca que al final la batería acabe ardiendo», explica Héctor Solar, ingeniero del Centro de Estudios e Investigaciones Técnicas (CEIT). «En baterías más pequeñas, estas se descargan directamente porque tienen menor capacidad», apunta.

Las baterías de litio utilizan diversos materiales, unos con iones positivos (ánodo) y otro con iones negativos (cátodo), separados por una lámina que evitar el cortocircuito. Cuando el usuario quiere cargarla, la conecta a la red eléctrica. Es entonces cuando se da una reacción química en el interior de la batería, necesaria para su correcto funcionamiento que genera calor porque se transfieren electrones de un polo al otro. En casos de posibles sobrecalentamientos o recargas demasiado rápidas, puede generar una deflagración.

Lo cierto es que, como uno de los mayores proveedores de componentes del mundo, Samsung pone a otros modelos de terminales estas pilas y, a su vez, las vende a otros fabricantes. En un principio las investigaciones internas de la marca apuntaban a un problema con las celdas de la batería. De ahí que fueran reemplazadas, aunque sin éxito alguno. «Los móviles y baterías, antes de hacerse una producción en masa, pasan muchos controles», recuerda el experto. Estas baterías de iones de litio, que se encuentran en la mayoría de los teléfonos móviles están fabricadas mediante una tecnología en constante evolución, por lo que los fabricantes necesitan hacer equilibrios entre rendimiento, coste y seguridad. Comercializadas por primera vez por Sony en la década de los noventa, dominan en la actualidad el mercado de la electrónica y comienzan incluso a tomar cierta ventaja sobre otro tipo de baterías en el ámbito del transporte. «Otra posibilidad, que Samsung debe investigar, es que el propio dispositivo tenga fallos a la hora de controlar la carga o descarga», apunta Solar. «Si eso no está bien controlado, la batería puede cargarse demasiado y dar fallos», explica.

Mientras las investigaciones continúan, Samsung ha anunciado que pondrá en marcha un «procedimiento» para devolver el dinero a los usuarios.

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