Un extraterrestre en Rosario
Messi aterriza en Argentina ajeno a las repercusiones de sus hazañas en el derbi
Joan Domènech
Los diez jugadores de campo del Espanyol forman un muro aparentemente impenetrable frente al área, pero el panorama no disuade a un temerario Iniesta. El capitán vence la oposición de tres con un par de quiebros antes de caer volteado, pero tiene tiempo de contactar con Messi. Leo recibe el balón rodeado de tres jugadores: Aaron, Diego Reyes y Javi Fuego. Con un túnel quiebra a este último y sale por la izquierda.
Tan insensato como Iniesta, se mete en un avispero. Reyes reacciona –es el central, el último guardián de Roberto– pero cae arrodillado y Gerard Moreno, que acude en su ayuda, es como una poste que queda superada por el eslalon del 10. Aparece David López, protegido por Javi López y Aaron, que ha retrocedido. Diop, Cancedo y Piatti miran. No se lo quieren perder. Jurado no sale en la tele. Messi dribla a David Lopez y suelta un punterazo antes de que le cierren otra vez el camino los dos laterales, que llegan tarde.
El gol de Messi será el gol de Suárez, que también andaba cerca, siempre con la caña tirada, y pesca el rechace de Roberto.
Un minuto después, en su infinita osadía, Messi se cuela entre David López y Reyes, que chocan sin poder derribar al pequeño genio. Detrás están Fuego, que tropieza, y otra vez el abnegado Moreno ante el incontenible Messi. Pasan el balón y el jugador, pero es Jordi Alba, ahora, quien se lleva la medalla.
Messi, finalmente, marca. En el último minuto. Con mucho menos esfuerzo, apenas un delicado toque, tras una dulce asistencia de Suárez.
La actuación de Messi empieza a orbitar por el mundo, mientras él, indiferente, vuela en dirección oeste hacia Rosario. Millones de aficionados cantan admirados la (nueva) gesta del astro, y trata de dormir en un avión de camino a Argentina para iniciar anticipadamente las vacaciones navideñas. Como Neymar y Luis Suárez, y Gerard Piqué, que disfruta del privilegio de los tres sudamericanos porque visitará Colombia, junto con Shakira y sus hijos. Volverán como todos: el día 30 para entrenarse por la tarde.
En Sant Joan Despí, cuando el resto de la plantilla apuraba la última cita del año (la vuelta copera frente al Hércules de este miércoles) en Rosario aterrizaba el Extraterrestre, a quien recibieron entre aplausos en el aeropuerto, tal vez porque iba acompañado de seres humanos, como su pareja Antonella y Thiago y Mateo, los hijos.
«Messi inventa y Suárez marca», titularon en Italia. Una frase que permitiría resumir el antagonismo de las actuaciones de Messi y Cristiano. El delantero del Madrid estrenó el flamante Balón de Oro con un triplete en el Mundial de Clubs. Messi está más allá: ya no necesita los goles (lleva 92 partidos marcando dos o más) para reafirmar su reinado.