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Por qué debemos hacer que la naturaleza sea invertible

Las olas de calor y otros fenómenos meteorológicos extremos nos están advirtiendo de que debemos replantearnos nuestra relación con la naturaleza, y el sector financiero debe cumplir su parte.

Por Peter Harrison

El hecho de no cuantificar los beneficios de la naturaleza nos lleva a pasarlos por alto. Johan Rockström, el científico sueco especializado en el clima con el que compartí recientemente una sesión en la London Climate Action Week, reafirmó este argumento (es decir, que de no ser por la naturaleza, ya habríamos superado el umbral de un aumento de las temperaturas de 1,5 º grados). Un conocido dicho del ámbito de la gestión dice así: “lo que se mide se gestiona”. Tal vez sea un tópico, pero resulta extremadamente acertado en el caso de la naturaleza.

El mundo está tomando conciencia de que nuestra economía global no solo debe alcanzar las cero emisiones netas, sino también tener una incidencia positiva en la naturaleza. Las olas de calor y otros fenómenos meteorológicos extremos nos recuerdan la fragilidad de nuestro entorno natural. Ello implica conocer el valor de la naturaleza. Hemos tardado entre 15 y 20 años en conseguir que el lenguaje del carbono —y la divulgación de información sobre el carbono— pase a ser una característica interpretable de los informes de las empresas. En la actualidad, obtener datos de calidad sobre la naturaleza resulta prácticamente imposible. Sin embargo, no tenemos 15 o 20 años por delante.

Más de la mitad del PIB global depende del mundo natural. Proteger y preservar la naturaleza puede contribuir significativamente a los esfuerzos para mitigar el cambio climático, y Además, también existe un imperativo social: a menos que las soluciones climáticas naturales generen impactos sociales positivos para los ciudadanos locales y las comunidades que viven en los territorios, no serán sostenibles, por lo que los inversores deben forjar colaboraciones amplias y profundas.

La respuesta debe ser contundente. Como empresa, hemos aprendido que ejercer un cambio significativo en el plano de la diversidad y la inclusión implicaría una revolución en nuestra cultura. A la hora de abordar la naturaleza, debemos llevar a cabo la misma revisión exhaustiva.

Las gestoras de activos, en concreto, tienen que cambiar radicalmente su manera de operar.

En Schroders, estamos adoptando un enfoque compuesto por tres vertientes. Nos hemos comprometido a cambiar las prácticas hacia la naturaleza de todas las empresas en las que invertimos, crearemos nuevos productos de inversión basados en la naturaleza y utilizaremos nuestro negocio de soluciones para canalizar el capital hacia fondos nuevos y existentes. De este modo, ayudaremos a nuestros clientes a ejercer un efecto positivo al tiempo que diversifican las fuentes de sus rentabilidades.

Al igual que en el caso de las cero emisiones netas, el sector financiero desempeña un papel claro y fundamental en lo que respecta a los esfuerzos para detener y revertir la pérdida de la naturaleza. En vista de que la cumbre sobre biodiversidad de las Naciones Unidas (COP15) se ha pospuesto recientemente al mes de diciembre de este año, debemos emplear estos meses para lograr una mayor participación del sector financiero. No hay tiempo que perder.

La acción en relación con la naturaleza empieza con la implementación de medidas para acabar con la deforestación. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) estima que “la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra” contribuyen en un 22% a las emisiones globales, y la mitad de estas (11%) proceden de la deforestación y la conversión de tierras.

Esto implica que debemos contar con las mediciones y los datos adecuados. En Schroders, hemos elaborado un sistema de puntuación sobre deforestación para analizar la exposición de las empresas al riesgo de deforestación y estudiar la gestión que hacen del mismo. Además, hemos hecho del capital natural y la biodiversidad una cuestión prioritaria en el marco de nuestra actividad de implicación activa con las empresas.

La deforestación constituye cada vez más un riesgo de inversión, pero la naturaleza también ofrece una oportunidad de inversión significativa. Las soluciones climáticas naturales son esfuerzos para conservar, restaurar o mejorar los ecosistemas de cara a absorber y almacenar el carbono de la atmósfera. De acuerdo con los análisis, estas soluciones tienen el potencial de proporcionar en torno a un tercio de la acción por el clima necesaria para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París y evitar los efectos más dañinos del cambio climático.

Sin embargo, el siguiente dato ilustra a la perfección el problema que se plantea: las soluciones climáticas naturales bien podrían constituir una tercera parte de la solución, pero actualmente reciben menos del 3% de toda la financiación para luchar contra el cambio climático a escala global. ¿Cómo cerramos esa brecha?

En mi opinión, debemos crear un punto de inflexión y acelerar la inversión.

El argumento de inversión resulta cada día más sólido y se basa en el precio de los créditos de carbono. Según las previsiones, la demanda de compensaciones de carbono de elevada calidad crecerá exponencialmente, impulsada por los objetivos nacionales en materia de cero emisiones netas y por los importantes compromisos suscritos por el sector privado. Esta oportunidad se sustenta en datos y herramientas cada vez más sofisticados que nos están permitiendo empezar a valorar los activos naturales del planeta.

Si bien la oferta de proyectos continúa siendo un reto, la demanda y actividad crecientes en este segmento están creando nuevas oportunidades para institucionalizar el desarrollo, la estructuración y la financiación de proyectos.

En Schroders, estamos muy ilusionados por asociarnos con Conservation International Asia Pacific, que tiene previsto crear una de las primeras gestoras de inversiones de impacto centradas en el capital natural en Singapur. Bajo la denominación Akaria Natural Capital, la empresa busca alcanzar la magnitud y los conocimientos necesarios para desplegar el capital de una manera que pueda generar un impacto, además de aportar ideas innovadoras sobre cómo resolver algunos de los cuellos de botella en el plano de la financiación.

Abordar los imperativos sociales relacionados con la acción por la naturaleza es fundamental para esta asociación, a fin de garantizar que estas inversiones benefician tanto a las personas como a los emplazamientos.

Resulta ilusionante observar el creciente impulso que está proporcionando a esta agenda el sector de la inversión de forma colectiva. En la actualidad, existen 21.000 millones de dólares en activos bajo gestión asignados a soluciones climáticas naturales, un importe que se ha duplicado en los últimos cinco años. La Natural Capital Investment Alliance, creada por el príncipe de Gales en la COP26, es un importante paso en el marco de esta transición. Los 15 miembros de este grupo tienen —o tendrán— vehículos de inversión que contribuyen a canalizar el capital hacia proyectos centrados en la naturaleza.

La transición energética es compleja. La transición hacia un mundo que ejerza un impacto positivo en la naturaleza será endiabladamente difícil. Sin embargo, dicha transición resulta imperativa y urgente, y tenemos que lograr que sea posible invertir en ella. Por ello, de cara al segundo semestre del año, el sector financiero debe unirse al coro de actores que están redoblando sus esfuerzos para adoptar medidas centradas en la naturaleza.

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